No pudo ser un día mejor. Cuando bajé al capo vació donde jugaban los muchachos y me dio un beso Nahuel. Eran a penas las seis de la tarde y sentía que había pasado toda una vida, muchas más. Esa mañana había dejado a Audiel esperándome en la cuadra que sube a los barrios pobres, no tardó en preguntarme el porqué de mi sonrisa.
Acababa de cumplir diecinueve, y mamá aún estaba cuando regresaba a casa. Quien sabe que cosas decía de mi hermano Carlos cada vez que llegaba arrastrándose ebrio a la puerta, o que era lo que a mi papá tanto le gustaba comer en el mes de septiembre. No, eso no lo recuerdo. ¿Para qué? (...)
Fragmento de "Nahuel"
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