Se abanica con la elegancia de
las jerarquías, el pavorreal en su recinto salvaje dentro de los boques de la
India. Camina portentoso escondiendo detrás de él un espíritu de cantos deleitantes y estéticos. En su corona, las flores que adornan su universo. arrastra detrás de sí, la cola de un cometa de mil colores que no desea aterrizar.
Revive a Argos cuando de su plumaje
se descubre aquella máscara que asombra a deidades que ahora ya no existen. No
queda claro lo que esconde en su mensaje
cuando el pavorreal se entrega de pecho abierto hacia sus interlocutores. Solo
quiere que lo miren en un esplendor que dura pocos minutos.